McDonalds ha estado siempre relacionado con el colesterol, comida insalubre, obesidad y grasas saturadas. En otras épocas esa asociación de comida rápida con gente joven y rebeldía era algo que le daba alas a la compañía. Sin embargo, un buen día las tendencias y los hábitos alimenticios cambiaron, motivados por los consejos de los expertos en nutrición y las advertencias de los galenos.
Entonces McDonalds entró en una crisis de la que había que salir cuanto antes fuera posible. Que sí hamburguesas de rata, que si comida con sustancias adictivas, el controvertido documental Super Size me etc.
Se organizó una potente campaña bajo un fresco eslogan, I´m lovin´ it que relacionó a la multinacional de la hamburguesa con los deportes, la alimentación sana y un estilo de vida más ecológico. McDonalds empezó a patrocinar grandes eventos deportivos como los mundiales de fútbol, los juegos olímpicos o a combinados nacionales, sus spot aparecían cargados de vegetales y desarrollaron una línea de yogures, fruta fresca y ensaladas en sus menús. Su fin era cambiar el posicionamiento que llevaba tantos y tantos años grabado a fuego en la mente de los consumidores.
Tras varios millones de dólares logró su objetivo. Los proveedores de alimentos de McDonalds serán los mismos o similares, todas las hamburguesas saben igual que antes, pero gracias a esa campaña, comer en McDonalds tiene otra connotación.
Diego Celma
Imagen: packagingeurope